La monumental Plaza de Toros México fue el resultado del sueño creativo de un gran yucateco de origen libanés: el Lic. Neguib Simón, quien desde 1939, al adquirir terrenos al sur de la Ciudad de México, se propuso la creación de una magna obra: “La Ciudad de los Deportes” en los años cuarenta. La mayor parte de esos terrenos sería para desarrollos inmobiliarios de fraccionamientos; sin embargo, los terrenos que formaban parte de las ladrilleras La Guadalupana, las cuales presentaban enormes hoyos por la extracción de sus arcillas empleadas en la producción de ladrillos, serían destinadas a la construcción precisamente de esa Ciudad de los Deportes.

La primera noticia de este proyecto se dio a conocer el 12 de octubre de 1941, cuando el semanario taurino El Redondel publicó una entrevista con Emilio Azcárraga Vidaurreta, quien comentó que el Lic. Don Neguib Simón le había mostrado unos terrenos sobre la Av. Insurgentes en los cuales se proponía, entre otras cosas, construir una nueva plaza de toros para sustituir la vieja de El Toreo de la Condesa, estrenada en 1907 y nunca terminada.
El 4 de enero de 1942 se publicó una convocatoria invitando a arquitectos a presentar proyectos para una nueva plaza de toros. Como resultado de esa convocatoria, en mayo se dieron a conocer cinco proyectos que serían premiados en breve. El jurado compuesto por los señores Amado Simón, Emilio Azcárraga y Anacarsis Peralta otorgó el primer premio por $5,000 el 24 de mayo a los arquitectos: José Albarrán, Carlos Contreras y José López Moctezuma, quienes se registraron como Sociedad Arquitectónica; el segundo lugar con premio de $1,000 fue para MV Arquitectos, y el tercero con premio de $500 fue para Galumba. La maqueta se mostró desde el 4 de julio en el cine Alameda.
El magno proyecto soñado por el Lic. Neguib Simón de la Ciudad de los Deportes incluiría, además de una plaza de toros para 45,000 espectadores:
- un estadio deportivo para 60,000 aficionados
- cines
- frontón para 7,000 espectadores
- frontones al aire libre
- canchas de tenis
- boliches
- restaurantes
- alberca olímpica
- otra alberca grande con playa con mecanismos para simular olas
- una arena para box y lucha libre para 14,000 asistentes
- y estacionamiento para 2,000 autos.
Cuando el Lic. Neguib Simón decidió pasar de los sueños a la realidad, buscó y contrató al prominente Ing. Modesto C. Rolland, a quien seguramente conocía bien, pues en su estancia en Yucatán (1915-19), don Modesto fue el brazo fuerte del gobernador general Salvador Alvarado. El Ing. Rolland había dejado allá una honda huella.
Fue así que, por encargo de este, el Ing. M. Rolland se dio a la tarea de realizar primero el diseño del plan maestro de la Ciudad de los Deportes y los planos de detalle de la Plaza de Toros, el estadio olímpico y el frontón. Aunque la primera piedra de esa Ciudad de los Deportes la colocó el Lic. Javier Rojo Gómez, Regente de la Ciudad de México, el 28 de abril de 1944, las obras de preparación del terreno se iniciaron hasta el mes de diciembre y los trabajos de concretos en la plaza y en el estadio no se iniciaron sino hasta junio de 1945.

En diciembre de 1944, los primeros trabajos realizados fueron los de recibir cascajo y material inerte para efectuar rellenos en las grandes oquedades que habían dejado las tabiqueras, a más de 20 metros. bajo el nivel del terreno natural. A continuación se procedió a la afinación de los taludes para dar las pendientes que debería tener el terreno natural para recibir los recubrimientos de concreto, seguidos de los túneles de acceso a los tendidos. Así fueron quedando los taludes de lo que sería la plaza, los costados de las rampas de los accesos a los corrales de la plaza, los espacios requeridos para el encierro y manejo de los toros y los taludes de las colindancias con las calles externas.


Derecha. Plaza de Toros México, cimbrado y colado exteriores. Septiembre de 1945. Archivo de la familia Simón.
A partir de ese momento se laboró en forma muy intensa con un verdadero ejército de trabajadores, que llegó a sumar hasta 10,000 obreros de todas las especialidades, trabajando tres turnos. Noche y día el Ing. Modesto C. Rolland conducía la obra, con su equipo de ingenieros, maestros, sobrestantes y subcontratistas. No se apartó de la obra durante esos meses cruciales. Fue por eso que los trabajos se concluyeron en sólo seis meses, ante el asombro de los técnicos y de la opinión pública en general.

La monumental obra de concreto se inició en junio de 1945, siendo los primeros trabajos los colados de las zapatas de cimentación corridas y perimetrales. A esta cimentación siguió el colado de las columnas de apoyo y trabes de liga de la gran estructura que soporta toda la parte alta de la plaza. Al irse terminando estos colados se dio inicio al cimbrado de las graderías de la parte alta de la plaza.
Para tener una idea del vertiginoso ritmo de trabajo, es importante mencionar que para el cimbrado de la parte alta de la plaza se contrataron hasta 3,500 carpinteros que laboraron durante 70 días corridos; para que ellos pudieran realizar este trabajo, se adquirieron 6 millones de pies cúbicos de madera (que costaron $1,500,000 de aquellos pesos). Con este material se cimbró toda la parte alta de la plaza, con el propósito de colar toda la tribuna superior como una sola unidad. Terminado el cimbrado de la gradería superior de la plaza, se inició su colado, mismo que se efectuó en forma continua y sin interrupción durante tres semanas hasta su total conclusión.
Una muestra más de la intensidad del trabajo fue el hecho de que se requirieron 600 hombres, quienes laboraron 21 días para retirar la cimbra de 20,000 m2 de la superficie de las gradas superiores de la plaza y de la obra falsa que la soportaba.

Abajo del nivel de calle, la gradería se formó con 22,000 piezas de asientos huecos precolados, elaborados en un taller de prefabricados de concreto instalado ahí mismo en la obra de la plaza. Las piezas fueron acarreadas a mano hasta su punto de colocación y asentadas una a una sobre el talud de terreno natural compactado —estabilizado con una capa de mortero— formando grandes círculos concéntricos. Las uniones de los asientos para formar la gradería baja se colaron entre sí con mortero de cemento, con un sistema previamente concebido, siguiendo el diseño y proceso patentado por el Ing. Modesto C. Rolland.
Ésta fue la primera obra en que se usaron en forma intensa y masiva elementos prefabricados de concreto en nuestro país. Todos los trabajos antes descritos: la cimentación, del cimbrado y del colado del concreto de la superestructura, las graderías superiores y la fabricación de los precolados y el ensamblado de los asientos en la gradería de la parte baja de la plaza se realizaron sólo en 180 días.

La principal novedad de este proyecto era que el ruedo de la plaza se hizo 20 metros abajo del nivel del terreno natural, y que la parte alta de la plaza alcanzó los 20 mts. sobre el nivel de la calle; fue gracias a este concepto que se logró duplicar a las plazas más grandes existentes en aquel entonces y, aún hasta la fecha, en el mundo. Son, pues, dos plazas en lugar de una. Esta magna obra se inauguró el 5 de febrero de 1946. La apertura se logró sólo después de que —por la incredulidad y el escepticismo de las autoridades— se obligara a los constructores en enero de 1946 a una prueba de carga de toda la plaza. Para ello, mil trabajadores colocaron 120,000 sacos de arena de 50 kgs. con los que cubrieron todos los asientos del coloso, o sea dos veces y medio el peso de la plaza llena de espectadores, la tribuna cargada permaneció así durante 10 días.
El 3 de febrero, el arzobispo de México, Luis María Martínez, dio la bendición a la plaza y al ruedo; al concluir el acto comentó con su conocida simpatía: “que conste que di la vuelta al ruedo antes que Manolete”. La corrida inaugural se celebró el 5 de febrero ante un lleno total, alternando Luis Castro el Soldado, Manuel Rodríguez “Manolete” y Luis Procuna lidiando 6 toros de San Mateo.
Cuatro años después, la Revista Nacional de Arquitectura, órgano del Colegio Oficial de Arquitectos de España dedicó a la fiesta taurina el tema de la Plaza de Toros México en sus números 93 y 94 (año XI) de septiembre-octubre de 1949. Ahí está publicado un apartado sobre la Plaza de Toros México en que se incluye un artículo de don Modesto. Al presentarlo, el colegio lo distinguió al señalar que: “El alarde de ingeniería de esta magna obra constituye un notable antecedente técnico en el mundo, para este tipo de obra.”

De este gran proyecto de la Ciudad de los Deportes impulsado por el Lic. Neguib Simón se logró construir, de forma paralela a la Plaza de Toros, el magno estadio olímpico, con un cupo original para 50,000 espectadores. De hecho, salvo algunos detalles de terminado, fue concluido también a fines de 1945. Sin embargo, como los equipos de futbol de la Ciudad de México se negaban a usar el estadio con el pretexto de que estaba muy lejos, su inauguración se difirió por muchos meses, y fue hasta el 6 de octubre de 1946 cuando se abrió al público con un encuentro de futbol americano entre la UNAM y el Colegio Militar, cuyo resultado fue de 45 a 0 a favor de la UNAM. Este estadio fue el primer foro para espectáculos deportivos en la Ciudad de México que no era de madera sino de concreto armado.
El ingeniero Armando Simón, cuenta que estando en la preparatoria fue a pedir trabajo al don Modesto en la construcción de la Plaza de Toros México; sin miramientos, él se lo concedió sin saber que se trataba del sobrino de don Neguib Simón, su tío lo encontró trabajando ahí y se extrañó de su presencia, pues no sabía que había sido contratado. Otro recuerdo compartido por el Ing. Armando sobre aquellos tiempos fue que todo el mundo le tenía un gran miedo a don Modesto, por ser un jefe muy exigente, enérgico y explosivo.
Es admirable cómo después de tantos años de vida la estructura de la Plaza de Toros nunca ha sufrido ningún daño por temblores, deslaves, asentamientos por lluvias intensas o afectación por presencia de multitudes. Se aprecia la calidad de todos los trabajos en los detalles, como lo son las bisagras de fierro de los toriles y puertas de madera para el manejo de las reses bravas que son las mismas que fueron fabricadas ex profeso y una a una para su instalación en 1945.